
El análisis de alcoholemia reveló que Gradolf había bebido dos veces y media el máximo permitido para conducir. Ambos amigos -el ciego y el insensato copiloto suicida- deberán pagar una multa y Grandolf enfrenta también una sentencia que puede terminar en prisión por poner en peligro la seguridad pública.
Gradolf declaró que "más allá del hecho de ser ciego manejar es una actividad que disfruto y en la que soy muy bueno".
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