Según estudios, los fanáticos de los deportes se deprimen menos y tienen una mayor autoestima que los no aficionados. ¿La principal razón? La naturaleza “tribal” y la sensación de pertenencia. Los fanáticos son parte de una red social cuyo apoyo refuerza la salud psicológica.
Aclamar a un equipo es un buen desahogo. Cuando éste gana, los fanáticos sienten una alegría similar a la de los atletas y una emoción positiva duradera; los fracaso, por otro lado, les enseñan a sobrellevar los propios.
Así que si alguien lo molesta por ser obseso de los deportes, dígale que lo hace por el bien de su salud mental.
Revista selecciones, edición Abril 2008.
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